jueves, 7 de mayo de 2015

¿Por qué son importantes las elecciones generales en Reino Unido? 

Fuente: elfinanciero.como

Hoy se celebran elecciones generales en el Reino Unido, de cuyos resultados dependen decisiones inmediatas sobre el futuro de ese país y de su influencia en el exterior. Se eligen 650 asientos en la Cámara de Comunes: cualquiera de los dos partidos mayoritarios –el Conservador, encabezado por el primer ministro David Cameron, o el Laborista, dirigido por Ed Miliband– requiere 326 escaños para formar gobierno.

Las circunstancias políticas han cambiado desde las últimas elecciones. En 2010, los conservadores aventajaron claramente a los laboristas (36 por ciento contra 29 por ciento del voto popular), por lo que pudieron constituir un gobierno de coalición con el apoyo de los liberales demócratas (que obtuvieron 23 por ciento). Cinco años después, Cameron se ha desgastado y Miliband ha surgido como un líder carismático. Las encuestas publicadas el martes pasado muestran que ambos están empatados con 33 por ciento de las intenciones de voto.

El sistema político británico se caracterizó durante varios siglos por la estabilidad que le brindó el bipartidismo: en el siglo XIX entre conservadores y liberales, en el XX entre conservadores y laboristas. Sin embargo, el apoyo a los dos partidos mayoritarios ha caído de manera sostenida en los últimos años y ante el desencanto de los ciudadanos, han aparecido opciones políticas con propuestas atractivas, pero difíciles de implantar, para ganar el voto popular. Según las últimas encuestas, los más importantes son el Partido por la Independencia del Reino Unido (UKIP) y el Partido Nacionalista Escocés. Por otra parte, esta tendencia también es creciente en otros países europeos: el Frente Nacional en Francia, Podemos o Ciudadanos en España, y el Movimiento 5 Estrellas en Italia, por citar algunos ejemplos.

El sistema electoral británico es de mayoría simple (first-past-the-post): ganan los distritos quienes reciben más votos, así sea por mayoría relativa, por lo que tiende a privilegiar a los partidos más grandes, en algunas circunscripciones a los partidos regionales pero no a partidos minoritarios que obtienen votaciones uniformemente repartidas por el país. De ahí la paradoja de que los nacionalistas escoceses puedan obtener la mayoría de los 59 asientos reservados a Escocia en Westminster, a pesar de representar sólo 8.0 por ciento de la población del Reino Unido, mientras que el UKIP, el partido británico con más asientos en el Parlamento Europeo, sólo aspira a seis asientos en la misma cámara.

Por eso, hay numerosas hipótesis de quién podría formar el futuro gobierno y con qué aliados contará. Entre las posibilidades están mantener la alianza vigente entre conservadores y liberales demócratas, un gobierno encabezado por los laboristas o una coalición “arcoíris”, es decir, un gobierno minoritario, vulnerable a las presiones de los partidos minoritarios.

El resultado de estas elecciones tendrá implicaciones para el mundo. El Reino Unido ha sido el puente entre Europa y Estados Unidos en las decisiones globales, ha sido un actor clave y consistente para acercar posiciones. Durante muchos años, el Reino Unido parecía empeñarse en asegurar su lugar como una de las grandes potencias del mundo y en mantener su influencia. De ahí que su política exterior privilegiara la alianza estratégica con Estados Unidos, su asiento en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, su pertenencia ad hoc a la Unión Europea y sus vínculos con la Mancomunidad de Naciones.

Hoy en día, el país se siente atrapado al definir qué es lo británico –a diferencia de lo inglés o lo escocés–, relegado por su aliado tradicional Estados Unidos, dudoso de los beneficios de pertenecer a Europa y temeroso de la inmigración ilegal.

De ganar la elección general y encabezar un nuevo gobierno, Cameron ha prometido organizar un referéndum sobre la membresía a la UE a más tardar en dos años. La mera posibilidad de una salida del Reino Unido de la UE preocupa a los líderes políticos y a los empresarios de Europa y de Estados Unidos. Ante la tentación de aislarse, debe prevalecer la sensatez de mantenerse como un actor relevante en un mundo complejo. Si durante muchos años los británicos más orgullosos decían que “el continente había amanecido aislado” cuando la neblina cubría el canal de La Mancha, hoy no pueden darse el lujo de replegarse.

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